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El comprador de libros

EN EL DÍA INTERNACIONAL DEL LIBRO

Por José Eduardo Mora*

(DOMINGO 23 DE ABRIL, 2017). El primer gran requisito para ser un buen comprador de libros es ser un lector obsesivo e insaciable. Sin él, simplemente, sé es un comprador de golosinas.

Lo primero que busca un buen comprador de libros es pasar desapercibido. Que nadie se entere de que está en la librería. Merodea por aquí y por allá. Siempre en busca de un título que lo cautive. Hurga en las solapas, la portada, la contraportada. Los paratextos, sabe, que son importantes, pero también desconfía de ellos. Al final, como en la vida, es muchas veces el azar el que lo lleva a este o aquel escritor. Con el paso del tiempo y cuando ya se tiene un pequeño y selecto grupo de escritores preferidos, lo fascinante es toparse con uno desconocido, que cautive por el estilo, por el tema insólito, por la osadía, en fin, por salirse de la norma.

Muchas veces una buena portada, hay que admitirlo, puede llevar al desastre, pero a la postre igual se disfruta con el momento de creer que uno se lleva a casa a un escritor interesante.

Un buen comprador de libros, hay que decirlo también sin rubor, debe lidiar con los fracasos en su selección, porque esta es una de las mejores maneras de aguzar la escogencia.

Comprar libros puede convertirse en un deporte de altas pasiones. Para ello, ha de aprender el arte de la paciencia. Nunca adquiere un texto en el primer encuentro: lo escudriña, lo indaga y carga con el peso de lamentarse de por qué no pagó de inmediato este o aquel volumen y con la ilusoria idea de que al regreso, a la semana siguiente, alguien ya se le habrá anticipado. En realidad, sin ese reposo sería un simple comprador.

Un buen comprador de libros nunca va acompañado a una librería. Es un sacrilegio. Las prisas y los ritmos de los otros enturbian ese placer exquisito de la lentitud.

Un buen comprador de libros, válgame Dios para aquel que irrespete este precepto: debe huir siempre de las modas. Sabe de su alta toxicidad.

Como se ve: comprar libros es un ejercicio del pensamiento. Es un placer solitario y exquisito. Y puede llegar a ser una pasión tan seductora como un clásico Real Madrid-Barcelona con la liga en juego en el minuto 95 del tiempo extra.

 

*El autor es Máster en Literatura.

Maravillosas historias por contar

 

 (JOSEEDUARDOMORA.COM). Un joven que sale de Croacia huyendo de la guerra. Vive otra guerra en Serbia. Llega a Barcelona sin hablar una palabra de español. Aprende el idioma. Se integra a la vida social y económica. Se convierte luego en traductor de corresponsales de guerra. Deja Barcelona para irse a un pueblito de Suecia. Es la historia de vida que nos narra Boris Matijas en “Cuenta siempre contigo”, un libro que recoge esa experiencia vital.

Y Matijas sostiene que es a través de la narrativa que ha podido unir los cabos sueltos de su vida.

Como la de Matijas hay un sinfín de magníficas historias en busca de un autor. Para aprehender a contar una historia hemos diseñado el taller “Escribiendo historias”, con el fin de que los participantes dispongan de herramientas para estructurar sus relatos, crónicas, cuentos o novelas.

Un buen relato mal escrito y mal estructurado, en el mejor de los casos, termina en un tema anecdótico y en el peor desperdicia una oportunidad de oro de conmover a los otros mediante una historia bien contada, con la fuerza de una narrativa profunda.

Arturo Pérez Reverte, autor de la saga del capitán Alatriste, y cuyos libros se han vendido por millones, sostiene que lo primero que ha de tener el novelista es técnica, porque sin ella no se va a ningún lado.

 

Los temas en literatura

(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 04 DE NOVIEMBRE, 2015). Los temas en literatura son un gran espacio para la convergencia y la polémica. Se dice históricamente que existen tres grandes temas: el amor, la vida y la muerte.

Y que a partir de ellos se derivan el resto de subtemas que se encuentran en miles de historias, entre ellos el cuento, la novela y el relato.

En literatura no, obstante, no es tan importante el tema como su tratamiento. Es decir, que es más importante y trascendente la forma en que se trate determinada materia, que ella en sí.

A veces esto se malentiende y ello genera numerosas confusiones. En literatura, por ende, más relevante que el asunto es el estilo, el enfoque, ese tono personal que logran esos escritores consagrados que, con tan solo deslizar los dedos por encima de las letras se pueda llegar a saber si es de este o de aquel narrador.

Y el estilo, el tono, el enfoque y esa versión personal de la realidad solo lo da la práctica constante. El escribir siempre…

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TALLER ANUNCIO

Cuando me pensione, seré escritor

 

(25 DE AGOSTO, 2015). Entre las personas que desean ser escritoras es usual escuchar la siguiente frase: “cuando me pensione, me podré a escribir”. Cada vez que la escucho sé, de inmediato, que ese será un sueño fallido.

No imagino a alguien que aspire a ser un virtuoso con el piano que diga que a sus 60 o 65 años se pondrá a estudiar el instrumento, para dar su primer concierto a los 70.

Con la escritura sucede algo similar: se ha de empezar cuanto antes y se ha de escribir, tachar, comprarse un basurero, mucho papel, o mucha tinta, y empezar la maravillosa aventura sin los temores que a menudo acosan al escritor en ciernes.

Decir, por ende, que empezará a escribir una vez que llegue la edad de la jubilación, es un anuncio de que ese libro que tanto soñó con escribir probablemente nunca se hará realidad.

Escribir es una aventura personal, magnífica, irrepetible, pero que debe comenzar hoy mismo y no debe estar obstaculizada por temores y falsas expectativas.

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Escribir es una habilidad que ha de cultivarse toda la vida, como lo hizo el gran Hemingway.

Si le interesa participar en alguno de nuestros talleres, comuníquese a: informacion@joseeduardomora.com

El primer paso para ser escritor

(LUNES 8 DE JUNIO). Además de la vocación que se ha detener para ser escritor, el primer gran paso es el de convertirse en un lector insaciable. Quien no sea un gran lector no puede, ni por asomo, ser escritor. Es una ley inquebrantable.

Cualquier biografía que se revise de un escritor siempre apuntará hacia este blanco, pues no se conoce sobre la faz de la tierra un gran escritor que antes no haya sido un gran lector.

De forma tal, que aquellos que pretenden o se designan como escritores y son unos mediocres lectores, simplemente se autoengañan.

“Leía todo lo que caía en mis manos”, “me leí todo el siglo de oro español”, “fui un asiduo lector del boom”, “daba vueltas en el metro y leía sin tregua durante los largos domingos”: todas ellas son confesiones de escritores que, antes de serlo, pasaron por la delgada línea roja de ser buenos lectores.

Leer, leer, leer: ese es el primer paso. Después vendrá la prueba ante la hoja en blanco, pero ese será tema de nuestra próxima columna.

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Hemingway era un gran lector, desde luego.

Déjenos su comentario, nos interesa mucho su opinión: informacion@joseeduardomora.com y eljornal@gmail.com

La mona del estadio

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M.Sc. José Eduardo Mora

[/one-half-first][one-half]A la señora se le salió el racismo por los poros, por el corazón, por los brazos, por los pies, por los ojos, por la nariz, por la respiración, por todo lo que ella era y trataba de no ser, porque parecía ser buena parroquiana, de mi misa los domingos a las seis, para que no compitiera con el partido.[/one-half]

Y sí, ante la estupefacción de sus vecinos de grada, se puso en gesto de salida y comenzó a gesticular como un macaco para que las cámaras captaran su perfomance, como diría un crítico de teatro joven, y ahí estaba ella, con sus brazos a la altura de la cintura, su cuerpo pesado y su alma de mona, dándole a la prensa un material explosivo para las redes sociales.

ENTRE PARÉNTESIS

El gesto iba contra Mamadou Koné, ese número nueve negro del Racing de Santander originario de Costa de Marfil. El triste espectáculo sucedió en el partido de El Llagostera-Racing y de inmediato el equipo casa prohibió de por vida la entrada de la señorita simiesca, con toda su kinésica de la selva y su olor a rancio racismo, en la Europa que se desangra entra la crisis económica y la crisis de identidad.

El cuento, no obstante, no acaba con la sanción adoptada por el Llagostera, sino que más bien ahí empieza, porque resulta que la señorita simiesta, que hubiese sido un buen partido como modelo para Picasso o Botero, era empleada en el museo del Barcelona.

Y sí, el verbo ha de ir en pasado, porque apenas vieron a esa mona danzar sobre su cuerpo pesado, le recetaron el código de ética de 2010, porque en el Barcelona esas bailarinas no tienen cabida.

Magnífico gesto el del club azulgrana, que en Costa Rica debería imitarse, dado que de cuando en cuando aparecen esos aficionados, que, escondidos en la multitud, se transforman en monas y simios de su propio ser.

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Mandela fue un gran luchador contra el racismo.

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La soledad en los tiempos de Internet

ENTRE PARÉNTESIS 

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¿Puede una frase, una sola frase, evocar en un instante una novela entera? ¿Y de seguido una vida que pasa por el tamiz veloz e implacable del tiempo? La muerte, esa oscura presencia que tanto evitamos, a veces obliga a declaraciones tan contundentes que son en sí mismas una novela, una historia de vida que arrastra desengaños, tantos desengaños como para morirse de soledad.

José María Dols Abellán, conocido como Manzanares, un diestro que arrancó múltiples aplausos en las plazas de toros más reconocidas de España, ha muerto, y aunque murió de muerte natural, como diría García Márquez, la verdad es que lo mató la soledad como dijo uno de sus amigos.

La falta de conexiones reales, afuera Facebook, What’ssap, Twitter, Instagram, y todas la yerbas que aluden a las conexiones en línea, está matando más gente que el ébola, la obesidad, la bebida y el fumado.

Josemari ha muerto de soledad; no abandonado, pero sí solo e infeliz”, dijo uno de sus pocos amigos, según la crónica de El País, pocas horas después del fallecimiento del torero en su finca de Extremadura.

Una frase como la citada me embrujó hace unos años y no pude parar hasta escribir una novela: Las maravillas de abril, que espero publicar pronto, tras dejarla reposar unos años.

Esas joyas las busco con pasión en el periodismo del bueno, que es cada vez más escaso, pero esta crónica de Antonio Lorca es en sí una especie de poema en prosa, quizá el mejor homenaje a este torero que jamás vi en acción, pero por cuya biografía, repasaría instante a instante su carrera.

“Allí, en la finca extremeña, acabó, sobre todo, un torero privilegiado, nacido para la gloria, un creador de belleza, referencia fundamental de la compostura, el gusto, la calidad y el sabor torero; un hombre atractivo, dotado de una gran elegancia y un natural poder de seducción; un consumado artista, indolente, también, inconstante, conformista y de escasa ambición”.

Tras la fama, la riqueza, las mujeres, los desencuentros, sobrevino el silencio y el olvido, y José María Manzanares, como el José Inocencio Leal de mi novela, murió de soledad.

Ficción y realidad: un camino con dos vertientes.

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El torero José María «Manzanares», un grande en su campo en España.

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Como Escritor

Es el espacio para la imaginación y la creatividad. Escribir es el gozo perpetuo. Ya sea desde la ficción o la “no ficción”.

El escritor asume el riesgo de darle forma, desde la literatura, a una idea, una premisa, una historia, ese algo que contar que es capaz de transformar vidas.

Como escritor puedo entender a los colegas que trabajan con la hoja en blanco que a tantos hace sufrir.

Para los que quieren incursionar en el mundo de la escritura tenemos el taller “Contando historias’, una amplia introducción sobre técnicas y géneros.

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