(SAN JOSÉ, COSTA RICA, JOSEEDUARDOMORA.COM). El gran poeta Rainer María Rilke lo dejó claro desde un principio: “si usted puede vivir sin escribir, no escriba”. Parece fuerte la afirmación, pero en realidad resume de manera maravillosa lo que significa adentrarse en las aguas turbulentas, mágicas y misteriosas de la escritura.
“Tiene que haber un fuego, una llama interior”, dijo el escritor Jordi Sierra i Fabra, quien después de haber publicado 500 libros, dice que se levanta cada día con el mismo afán, la misma ilusión como cuando no le habían publicado ni una línea.
La primera clave para escribir es sentir esa necesidad. Si atiende con cuidado las entrevistas de los escritores, notará que la mayoría asegura que comenzaron a escribir desde que eran niños. Y ya de mayores casi todos llevan una libreta y un lapicero para anotar reflexiones, observaciones, ideas, panoramas, etc., que luego sirva en su arte de escribir.
Se vive como escritor las 24 horas. Incluso los sueños pueden ser una materia maravillosa para que surjan historias literarias.
La clave está en sentir esa necesidad de contar historias. ¿Para qué? No siempre hay una respuesta convincente, porque ello se lleva en la sangre y sirve para ordenar y procurar entender el mundo que nos rodea.
Hay evidencias que incluso en los tiempos de la prehistoria del hombre, ya este experimentaba esa necesidad narrativa. Lo han corroborado las pinturas en cuevas, historias en papiros y en tablillas. Desde que el ser humano tiene conciencia de ser, ha necesitado contar historias para ordenar el mundo.
“Escribir es lo que cuenta”, dice el título de Heriberto Fiorillo, en un libro dedicado a indagar por qué varios escritores optaron por consagrar su vida a crear historias.
Y si no puede vivir sin escribir, como lo decía Rilke, es porque es seguro que tiene algo importante que contarle al mundo.