Los libros tristes

La vieja idea de que los libros no deben rayarse no es más que un malentendido. Lo triste es abrir esos libros que huelen a viejo pero que están intactos. Que solo son un ejemplar decorativo en la biblioteca o en la mesita de noche.

Los libros son para leerse, subrayarse y vivirlos intensamente. Mientras ello no suceda solo nos toparemos con libros tristes.

Una vez recibí en préstamo unos valiosísimos tomos sobre la Grecia antigua y cuál fue mi sorpresa cuando descubrí que, a pesar de los muchos años de tenerlos, su dueño ni siquiera se había molestado en pasar sus páginas, porque algunas venían con un error y había que cortarlas para poder tener acceso a ellas.

Ese fue el libro más triste con el que me he encontrado en mi vida. No obstante, una vez que lo empecé a leer descubrí sus maravillas.

Para apreciar mejor su contenido, hay que subrayar los libros, por lo que leer libros préstamos no es buena idea.

Y una vez que has leído, viene la tarea más hermosa del leer: el releer.

Ya lo dijo Borges que para él el mayor placer era releer, solo que para lograrlo estaba ese truco primario que es el de leer, desafío que no es tan fácil como parece, pero este será tema en nuestra próxima entrada en este blog.

Por ahora, hay que ganarle la batalla a los libros que aún no hemos abierto en nuestra biblioteca.

Libros
Los libros cerrados son una lástima porque se pierde toda su sabiduría.

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