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Ser un buen lector es imprescidible para redactar bien

 

De la serie: cómo mejorar nuestra redacción

(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 08 DE MAYO-2017). En Costa Rica existe una especie de epidemia relacionada con la redacción deficiente que exhiben a diario periodistas, abogados, maestros, profesores y estudiantes, y el mal, como lo decía Ignacio Bosque, de la Real Academia de la Lengua, siempre apunta a un hábito de lectura inexistente.

El tema, que parece obvio, en realidad no lo es. Y prueba de ello es que el escritor  español David Trueba dedicaba un artículo a dicho asunto, ante la constatación de que muchos de sus colegas son pobres lectores.

Todos los consejos para escribir conducen al mismo río: primero hay que ser un lector voraz, para luego intentar articular historias en los diferentes géneros. Y lo mismo sucede con la redacción a un nivel básico: si quien pretende redactar bien no lee, difícilmente alcanzará una escritura con corrección.

Un buen lector, aconsejaba a sus alumnos el escritor y periodista Carlos Morales, debe leerse al menos un libro por semana. Y el escritor español Fernando Sánchez Dragó iba aún más lejos: sostenía hace poco, que él en promedio se leía 500 libros al año.

No vamos a ser tan exigentes. Con que usted se lea un artículo al día y un libro al mes, es un comienzo aceptable que rendirá frutos en su afán de mejorar su escritura.

¿Por qué se insiste tanto en este principio de la lectura? Porque la lectura permite mejorar la sintaxis, la puntuación, la precisión, las estructuras, en fin, todo lo que tenga relación con la gramática, y es un aprendizaje que se realiza desde la creatividad, al internarse el lector en mil y una historias.

Así que el primer paso para mejorar la redacción es empezar a leer con una pasión insaciable y  un apetito voraz, es decir, hay que convertirse en una rata de biblioteca.

 

 

 

El comprador de libros

EN EL DÍA INTERNACIONAL DEL LIBRO

Por José Eduardo Mora*

(DOMINGO 23 DE ABRIL, 2017). El primer gran requisito para ser un buen comprador de libros es ser un lector obsesivo e insaciable. Sin él, simplemente, sé es un comprador de golosinas.

Lo primero que busca un buen comprador de libros es pasar desapercibido. Que nadie se entere de que está en la librería. Merodea por aquí y por allá. Siempre en busca de un título que lo cautive. Hurga en las solapas, la portada, la contraportada. Los paratextos, sabe, que son importantes, pero también desconfía de ellos. Al final, como en la vida, es muchas veces el azar el que lo lleva a este o aquel escritor. Con el paso del tiempo y cuando ya se tiene un pequeño y selecto grupo de escritores preferidos, lo fascinante es toparse con uno desconocido, que cautive por el estilo, por el tema insólito, por la osadía, en fin, por salirse de la norma.

Muchas veces una buena portada, hay que admitirlo, puede llevar al desastre, pero a la postre igual se disfruta con el momento de creer que uno se lleva a casa a un escritor interesante.

Un buen comprador de libros, hay que decirlo también sin rubor, debe lidiar con los fracasos en su selección, porque esta es una de las mejores maneras de aguzar la escogencia.

Comprar libros puede convertirse en un deporte de altas pasiones. Para ello, ha de aprender el arte de la paciencia. Nunca adquiere un texto en el primer encuentro: lo escudriña, lo indaga y carga con el peso de lamentarse de por qué no pagó de inmediato este o aquel volumen y con la ilusoria idea de que al regreso, a la semana siguiente, alguien ya se le habrá anticipado. En realidad, sin ese reposo sería un simple comprador.

Un buen comprador de libros nunca va acompañado a una librería. Es un sacrilegio. Las prisas y los ritmos de los otros enturbian ese placer exquisito de la lentitud.

Un buen comprador de libros, válgame Dios para aquel que irrespete este precepto: debe huir siempre de las modas. Sabe de su alta toxicidad.

Como se ve: comprar libros es un ejercicio del pensamiento. Es un placer solitario y exquisito. Y puede llegar a ser una pasión tan seductora como un clásico Real Madrid-Barcelona con la liga en juego en el minuto 95 del tiempo extra.

 

*El autor es Máster en Literatura.

Maravillosas historias por contar

 

 (JOSEEDUARDOMORA.COM). Un joven que sale de Croacia huyendo de la guerra. Vive otra guerra en Serbia. Llega a Barcelona sin hablar una palabra de español. Aprende el idioma. Se integra a la vida social y económica. Se convierte luego en traductor de corresponsales de guerra. Deja Barcelona para irse a un pueblito de Suecia. Es la historia de vida que nos narra Boris Matijas en “Cuenta siempre contigo”, un libro que recoge esa experiencia vital.

Y Matijas sostiene que es a través de la narrativa que ha podido unir los cabos sueltos de su vida.

Como la de Matijas hay un sinfín de magníficas historias en busca de un autor. Para aprehender a contar una historia hemos diseñado el taller “Escribiendo historias”, con el fin de que los participantes dispongan de herramientas para estructurar sus relatos, crónicas, cuentos o novelas.

Un buen relato mal escrito y mal estructurado, en el mejor de los casos, termina en un tema anecdótico y en el peor desperdicia una oportunidad de oro de conmover a los otros mediante una historia bien contada, con la fuerza de una narrativa profunda.

Arturo Pérez Reverte, autor de la saga del capitán Alatriste, y cuyos libros se han vendido por millones, sostiene que lo primero que ha de tener el novelista es técnica, porque sin ella no se va a ningún lado.