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La importancia de la autoedición

AutoediciónII

El primer editor de un texto es su propio autor. Esta es una verdad de Perogrullo que, por lo general, se olvida con enorme facilidad.

Si quien escribe una carta, una nota periodística, un informe, un comentario o un artículo se detuviera a revisar la forma en que está redactado dicho documento, mejoraría en un alto porcentaje ese escrito.

Al no hacerlo, los textos llegan al editor (cuando existe) con errores ortográficos, gramaticales, de sintaxis, de claridad, concisión, etc., lo cual atenta contra la comunicación que se pretende lograr.

Y de paso el que escribe exhibe sus faltas ante el otro. Es decir, se expone de una manera innecesaria.

La satisfacción de escribir de forma correcta, con el afán último de alcanzar una comunicación eficaz es una meta que todos y cada uno debemos procurar.

 

 

 

Saber comunicar

En los tiempos de Internet en que vivimos, en los que todo sucede en tiempo real, cada vez es más preocupante la forma en que utilizamos el idioma, en este caso el castellano.

Muchas veces hay usuarios de redes sociales como Facebook, cuyos contenidos podrían ser interesantes si se entendieran. Y no se entienden porque su manejo del idioma es tan limitado y confuso, que pronto el lector abandona el mensaje antes que pasar por un calvario sintáctico o por un pseudoidioma, generado a la luz de la supresión de letras y a la generación de una gramática incomprensible.

¿Por qué escribimos tan mal?

Son muchas las causas que habría que observar, incluso, desde la primaria, etapa en la que se empiezan a arrastrar falencias que con el paso del tiempo se magnifican, pero una de las mayores razones es que se desprecia la forma, con base en la falsa creencia de que ella tiene poca importancia en la comunicación de los contenidos.

Y nada más frustrante que textos incomprensibles: llenos de faltas de ortografía, poca o nula claridad en el mensaje y con un descuido absoluto de la forma.

El escritor y periodista Alex Grijelmo, en la introducción a “Defensa apasionada del idioma español”, decía que nadie que fuese a buscar trabajo se presentaría a las entrevistas desaliñado y mal vestido, pero que, sin embargo, cuando se trata de escribir una carta, un mensaje o un comentario, somos capaces de cometer los mayores atropellos. ¿Ha pensado en ello alguna vez?

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