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Una web que se adapte a dispositivos complementa el buen contenido

(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 14 DE JUNIO-2017-). Con los avances vertiginosos de la tecnología, es imprescindible que las empresas estén muy atentas a lo que sucede con su sitio web.

Resulta que en los últimos años, con el avance arrollador de los teléfonos celulares o móviles, un 83 por ciento en Costa Rica, por ejemplo, ve internet a través de dichos dispositivos, de acuerdo con el estudio RED 506, difundido por El Financiero.

Eso significa que su página web debe poder observarse con facilidad en un teléfono celular o en una Tablet. Para ello es necesario readecuar, y en muchos casos hacer nueva, la web que hace cinco o diez años se construyó.

Para poder navegar con facilidad en estos dispostivos –celulares y Tablet—es necesario que la página tenga la tecnología actual y un “responsive” adecuado.

¿Cómo sabemos si nuestra web responde a las necesidades de esos dispositivos? Cuando vemos que para leerla no hay que agrandar las letras y las imágenes, sino que de forma automática el contenido se ajusta al celular (móvil) o tableta.

Se preguntará por qué hemos escrito este artículo. Lo hacemos por varias razones, en primer lugar para colaborar con los sitios que aún no se han renovado y en segundo para demostrar que el marketing de contenido (contenido creativo, inbound marketing) es una herramienta útil e imprescindible, dado que cada vez que aportamos valor, logramos generar credibilidad y confianza en nuestros clientes o en nuestros potenciales clientes.

Eso es exactamente lo que estamos haciendo en este preciso momento que nos lee.

En este sitio web: joseeduarmora.com podrá encontrar más información acerca de nuestra laobro como una agencia de contenido creativo o marketing de contenido.

Puede contactarnos por medio del correo: informacion@joseeduardomora.com o escribirnos un WhatsApp al: 87136844.

Desde qué mirada voy a contar la historia

(JOSEEDUARDOMORA.COM-04 DE ENERO-2017). En literatura el punto de vista es determinante para el curso que seguirá la historia. Según el punto de vista que se elija, la historia nos llevará por uno o varios caminos. Y en una historia, por más corta que sea, pueden intervenir varios narradores a la vez, los que se irán intercambiando los roles.

Una historia puede contarse en primera persona, con lo cual el punto de vista tendrá sus límites bien claros. O podrá recurrir el escritor a un narrador omnisciente, que lo sabe todo y nos va soltando fragmentos para ir creando esa expectativa.

O puede ser un narrador protagonista, que participa de lleno de la trama. O ser, simplemente, un narrador testigo.

Son muchas las elecciones que se pueden hacer con el fin último de lograr una buena historia. Esas son las que precisamente faltan a granel en los libros que se publican, la mayoría de los cuales se pierden en la marea del montón.

¿Desde dónde voy a contar la historia? Esta es una pregunta fundamental antes de empezar a escribir.

TALLER ESCRIBIENDO HISTORIAS ESTE 28 DE ENERO

Escribir bien va más allá de un acto ornamental

 

(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 30 DE MAYO, 2016). Alex Grijelmo, autor de numerosos libros sobre el castellano, asegura en “Defensa Apasionada del Idioma Español” que a menudo la gente cuida su vestido, llega impecablemente a las entrevistas y trata de dar la mejor apariencia posible, hasta que esta se tuerce cuando escriben un texto o contesta un formulario.

Es el momento en el que un texto descuidado dice más que la indumentaria y es cuando los responsables de recursos humanos empiezan a sacar las conclusiones de qué nivel tiene ese candidato al puesto.

De ahí que es de suma relevancia escribir bien. La pregunta que surge de inmediato es:

¿cómo lo logro? La gran recomendación para ello, siempre omnipresente, es que se ha de empezar por la lectura. Quien no lee jamás escribirá bien, ni siquiera con corrección media.

En Facebook y otras plataformas sociales la gente, sin saberlo quizá, exhibe sus faltas ortográficas y gramaticales sin el menor pudor y evidencia la enorme necesidad de mejorar en este campo.

La buena noticia es que se puede mejorar, y mucho, si hay disposición para aprehender el maravilloso idioma de Cervantes.

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Amanecer infinito

Por José Eduardo Mora

 

Sucedió un amanecer hace 60 años exactos. Se fue sin decir una palabra. Todavía veo, como si fuera ayer, su silueta en el marco de la puerta. Se llevó pocas, por no decir ninguna, de sus pertenencias. Era un amanecer frío y las primeras luces, tímidas y escuetas, se colaban por las ventanas de la casa.

Se llamaba Eva Castellanos. Tenía 24 años. Yo solía presentarla a mis amigos y conocidos como mi mujer. El día en que se marchó, el jueves 2 de junio de 1955, cumplíamos 3 años, 11 meses y cinco días de vivir juntos.

Al día siguiente de su partida, yo debía unirme a mi unidad en el ejército y estaba seguro de que a la vuelta la encontraría en su jardín de calas y geranios. Nunca volvió. Nunca supe noticias suyas. A partir de entonces, comencé un extraño y prolongado exilio. Se me llegó a conocer, porque en el pueblo uno se enteraba de todo, como el escritor ermitaño. Solía publicar relatos en el magazine del pueblo y por eso me asociaban con que era escritor. Jamás lo pensé así, pero no protesté ni aclaré el asunto.

La partida de Eva fue un enigma. Tantas y tantas preguntas sin responder. Familiares y amigos insistían en que debía de haber alguna razón. Yo, hasta el día de hoy, no he encontrado ninguna.

Convertí nuestra casa en una espera prolongada. He hecho hasta lo imposible porque cada cosa que dejó, siga en su lugar. La cortina del cuarto que entonces era blanca y hoy tiene un amarillo intenso, permanece recogida a la mitad. La Virgen del Socorro que tenía en la mesita de noche y que estaba de medio lado sigue imperturbable. Los zapatos negros de tacón alto, ya con algún moho, están en el sitio exacto donde los dejó. Sus numerosos vestidos, porque a Eva le encantaba usar vestidos, los lavo cada año y los devuelvo, en el mismo orden en que estaban, a su sitio.

El cuaderno escolar con unos versos de adolescente, con sus faltas de ortografía y su letra casi ilegible, se conserva en la gaveta del escritorio que está en el tercer cuarto, aunque el paso del tiempo ha dañado el papel, y cada vez que los leo me parecen más cursis.

He procurado que el jardín se mantenga intacto, aunque tuve que usar, contra mi voluntad, un herbicida para combatir la maleza que amenazaba con tragarse las calas y los geranios, en el invierno pasado.

Los casetes que solía escuchar al atardecer con música romántica tienen las cintas llenas de humedad, pero he querido conservarlos con las brevísimas anotaciones al margen, en una letra huidiza y difícil de descifrar para otro que no sea yo.

La casa, que es de madera, la he pintado en estos últimos 60 años unas 12 veces, siempre guardando ese celeste claro, con el fin de que las modificaciones fueran las mínimas.

Las gentes, que no la conocieron, me han tachado de padecer una demencia sin remedio y no se explican que nunca más haya vivido otros amores, y no pueden comprender que espere a un fantasma. Nuestro amor es una leyenda en el pueblo y más allá.

Cuando salí por períodos prolongados de seis meses de mi casa, por razones de trabajo, le dejé instrucciones precisas– a riesgo de pagar hasta con su propia vida–, a Fátima Cervantes, quien hace el servicio doméstico, sobre la importancia de mantener cada cosa en su lugar.

Hoy, en el ocaso de mi vida, me sigo haciendo las mismas preguntas de cuando se fue y no encuentro las razones precisas de su extraño y sorpresivo adiós. Sucedió un amanecer, cuando nuestros sueños estaban intactos.

Aún hoy, con pasmosa frescura, recuerdo esos atardeceres de fuego, en los que cerrábamos los ojos al mismo tiempo y visitábamos países exóticos, y nos dejábamos arrastrar como dos adolescentes por los poderes de la imaginación.

Ayer estuve tentado a mover unos centímetros la Virgen del Socorro de su mesita de noche, pero en el momento en que estiré mi brazo derecho, sentí como una descarga eléctrica y retrocedí en el acto. No quiero que encuentre ni una sola de sus cosas en un sitio diferente. Mi agenda personalizada, en la que se puede leer mi nombre–Severino Cáceres– al pie de cada día, permanece abierta en la página en blanco de ese jueves aciago de junio.

Ahora que lo pienso, lo que más recuerdo son sus pasos, firmes y rítmicos, alejándose en la oscuridad, mientras la brisa arrastraba hacia la nada las primeras hojas de los higuerones mustios, en ese infinito e inesperado amanecer.

 

24 de mayo,  2016, Casa de la Araucaria

 

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Los temas en literatura

(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 04 DE NOVIEMBRE, 2015). Los temas en literatura son un gran espacio para la convergencia y la polémica. Se dice históricamente que existen tres grandes temas: el amor, la vida y la muerte.

Y que a partir de ellos se derivan el resto de subtemas que se encuentran en miles de historias, entre ellos el cuento, la novela y el relato.

En literatura no, obstante, no es tan importante el tema como su tratamiento. Es decir, que es más importante y trascendente la forma en que se trate determinada materia, que ella en sí.

A veces esto se malentiende y ello genera numerosas confusiones. En literatura, por ende, más relevante que el asunto es el estilo, el enfoque, ese tono personal que logran esos escritores consagrados que, con tan solo deslizar los dedos por encima de las letras se pueda llegar a saber si es de este o de aquel narrador.

Y el estilo, el tono, el enfoque y esa versión personal de la realidad solo lo da la práctica constante. El escribir siempre…

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TALLER ANUNCIO

Lobo Antunes da en el clavo

(20 DE SEPTIEMBRE, 2015). El escritor portugués , Antonio Lobo Antunes , eterno candidado al Nobel, a ver si en este 2015 se lo conceden,  ha dicho en una entrevista con El País, de España, que ya no le caben los libros en su casa y que aunque hay muchos malísimos, es incapaz de tirar ninguno, por el gran respeto que les tiene.

En la citada entrevista, Antunes recuerda que es hurgando en la “basura” donde encuentra sus libros. Un gran tema este, porque es en la calle, en el contacto con el mundo la forma en que los escritores encuentran sus asuntos que más tarde convertirán en cuentos, novelas, ensayos, o poemas.

Lo que más rescato de la conversación que Antunes sostiene con el periodista es su valentía para referirse a algunos escritores y a ciertas tendencias. Ya no hay buenos escritores en Europa, afirma, frase que quizá lleve algo de cierto, pero mucho de provocación, porque a Antunes le gusta la polémica tanto como el cigarrillo.

Médico y Psiquiatra, autor de libros como Memoria de Elefante, La muerte de Carlos Gardel y El orden natural de las cosas, Lobo Antunes siempre quiso ser escritor y esa vocación no lo ha abandonado nunca.

Y su ética, a diferencia de Francisco Umbral, no le permite tirar los malos libros por la ventana, ni a la piscina, como le sucedía al español, sino que él le pide a las paredes que le hagan un campo a sus colegas, porque buenos o malos, esos otros escritores, también son sus colegas.

Taller literario

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Lobo Antunes podría ganar el Nobel en octubre próximo.

Taller Literario con la naturaleza como telón de fondo

 

El sábado 10 de octubre el periodista y escritor José Eduardo Mora dará el taller literario “La historia de mi vida”, jornada en la que en medio de la magia de la naturaleza se hace un recorrido por las principales técnicas que ayudan a estructurar una historia.

Con una amplia trayectoria en el periodismo cultural en Costa Rica, José Eduardo, es, además, autor de La Gran Hazaña, una crónica trepidante que cuenta cómo Costa Rica se convirtió en la sensación del Mundial de Brasil 2014.

El taller está dirigido a todo aquel que siempre ha tenido inquietudes de escribir, pero que reconoce que requiere de herramientas para darle una mejor forma a sus historias.

La sede del taller será Nacientes Palmichal, en Acosta, un lugar rodeado de exuberante naturaleza, e incluye, además del contenido literario, estadía, convivio, caminata al día siguiente.

“El propósito es que el taller sea una experiencia completa, al lograr una simbiosis entre literatura, arte y naturaleza”, apuntó José Eduardo.

El cupo es limitado. Interesados llamar al 8307-8184 o comunicarse a: «informacionjoseeduardomora.com”

 

Taller literario

La “hortografia”

(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 26 DE AGOSTO, 2015-). He leído con emoción y regocijo la nota “La hortografia” que Rosario de la Fuente Plà envió a El País, de España, en la cual se queja del cada vez más preocupante uso del lenguaje en redes sociales y en mensajes de texto.

Su consideración es de suma trascendencia, porque se ha llegado a crear, incluso, una especie de metalenguaje, imposible de descifrar para quienes no han sido “iniciados” en esa esfera de las arrobas, de las x, y de la combinación de letras y símbolos.

Todo parece indicar que los usuarios del lenguaje lo ven como algo externo y ajeno, y por eso les da igual escribir “arroz” que “arros”, si al fin al cabo, piensan, el buen mozo les servirá el arroz pedido y no pasa nada y el mundo, afuera, seguirá girando, mientras los presupuestos militares continúan creciendo en medio del hambre de millones.

Lo cierto del caso es que el lenguaje es mucho más que un conjunto de reglas gramaticales, porque este tiene que ver con el ser, con lo trascendental del ser humano y, por ende, quien es capaz de expresarse bien, está en condiciones de comprender y aprehender mejor el mundo que le rodea.

En una entrevista con Ignacio Bosque, en 2010, le preguntaba por esta situación del metalenguaje, en especial el de los más jóvenes, y el académico no le tenía tanto temor al fenómeno, siempre y cuando, se supieran distinguir los contextos.

Y he aquí el meollo de todo: por lo general esos contextos no se delimitan y a los que escriben les da lo mismo que sea una carta formal, un “post” en Facebook, una declaración de amor, o una novela. De pronto aparecen las arrobas, las q invasivas y las x incomprensibles para formar la palabra indescifrable que no solo no comunica, sino que obstaculiza el pensamiento.

De modo tal que vale la pena celebrar la carta de Rosario de la Fuente Plà y comenzar a tener una mayor conciencia a la hora de usar el idioma.

 

Le interesa recibir información sobre nuestros cursos y talleres. Escríbanos a: informacion@joseeduardomora.com

Llámenos: al 8307-8184.

 

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El correcto uso del idioma, con la ortografía a la cabeza, ayuda a una mejor comunicación.

Cuando me pensione, seré escritor

 

(25 DE AGOSTO, 2015). Entre las personas que desean ser escritoras es usual escuchar la siguiente frase: “cuando me pensione, me podré a escribir”. Cada vez que la escucho sé, de inmediato, que ese será un sueño fallido.

No imagino a alguien que aspire a ser un virtuoso con el piano que diga que a sus 60 o 65 años se pondrá a estudiar el instrumento, para dar su primer concierto a los 70.

Con la escritura sucede algo similar: se ha de empezar cuanto antes y se ha de escribir, tachar, comprarse un basurero, mucho papel, o mucha tinta, y empezar la maravillosa aventura sin los temores que a menudo acosan al escritor en ciernes.

Decir, por ende, que empezará a escribir una vez que llegue la edad de la jubilación, es un anuncio de que ese libro que tanto soñó con escribir probablemente nunca se hará realidad.

Escribir es una aventura personal, magnífica, irrepetible, pero que debe comenzar hoy mismo y no debe estar obstaculizada por temores y falsas expectativas.

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Escribir es una habilidad que ha de cultivarse toda la vida, como lo hizo el gran Hemingway.

Si le interesa participar en alguno de nuestros talleres, comuníquese a: informacion@joseeduardomora.com