¿Escribir depende de la inspiración?

 

(JOSEEDUARDOMORA-14-ENERO 2017). Es una de las grandes preguntas que en literatura tienen una y mil respuestas. El romanticismo alimentó esa idea del escritor que, por ser elegido por los dioses, en algún momento lo vistan las musas y le revelan las maravillas de la creación.

Y está la otra cara de la moneda: el escritor que, como el propio Gabriel García Márquez, se ponía un “mono” de mecánico y se disponía a escribir ocho horas al día.

William Faulkner, Premio Nobel de Literatura en 1949, lo dijo a su  manera: el escritor es 99 por ciento de transpiración y un uno por ciento de inspiración.

¿Debe esperar el escritor la inspiración de las musas? Lo más recomendable, para la mayoría de los mortales, es imitar al hijo de Macondo y ponerse el “mono” y disponerse a escribir. Y, si por casualidad, lo visitan las musas, lo encontrarán trabajando.

Osvaldo Soriano cuenta que no encontraba el tono para escribir Triste solitario y final, hasta que una noche vio que un gato lo visitaba en su propia cocina y ahí empezó todo con uno de sus más famosos libros. (Ya sabemos la vieja historia de Soriano y sus gatos).

De forma tal que escribir es un ejercicio que requiere talento, desde luego, y a la par: mucho, mucho, mucho trabajo.

 

TALLER ESCRIBIENDO HISTORIAS: 28 DE ENERO 2016

 

 

¿Quién inventó la novela moderna?

(JOSEEDUARDOMORA-05-ENERO-2017). El género literario por excelencia es la novela. Se le considera el género mayor porque en ella cabe todo: un cuento, un relato, una novela dentro de la novela, un ensayo, un reportaje.

Ya se preguntarán los lectores quién fue capaz de inventar o crear la novela moderna y la referencia siempre es la misma: Miguel de Cervantes Saavedra. Sí, con su inigualable Don Quijote, Cervantes dio el salto a la novela moderna, y, de ahí en adelante, le seguirían todos los escritores que vendrían después.

Muchas veces se ha anunciado, ante el avance de las tecnologías, la muerte de la novela, pero esta surge cada vez más vigorosa y la razón, también, es muy sencilla: y es que ella otorga unas posibilidades inimaginables para otros géneros.

De forma tal que la novela ha sido, por la general, la gran aspiración de todo escritor. Tom Wolfe, uno de los gestores del Nuevo Periodismo, contaba en su libro sobre el tema que los periodistas, allá por los años sesentas, abandonaban sus carreras para irse a la cabaña del Tío Tom a escribir la gran novela norteamericana.

Las novelas pueden ser cortas o extensas, pero lo que realmente cuenta es que narren una historia sólida, con personajes bien delineados y que sean capaces de transportarnos a sus vidas y de arrancarnos de la cotidianidad, al tiempo que se mezclan en las nuestras y nos hace pensar y repensar la existencia.

La novela moderna, heredera de Cervantes, es un género apasionante que hoy está más vigente que nunca.

 

 

Desde qué mirada voy a contar la historia

(JOSEEDUARDOMORA.COM-04 DE ENERO-2017). En literatura el punto de vista es determinante para el curso que seguirá la historia. Según el punto de vista que se elija, la historia nos llevará por uno o varios caminos. Y en una historia, por más corta que sea, pueden intervenir varios narradores a la vez, los que se irán intercambiando los roles.

Una historia puede contarse en primera persona, con lo cual el punto de vista tendrá sus límites bien claros. O podrá recurrir el escritor a un narrador omnisciente, que lo sabe todo y nos va soltando fragmentos para ir creando esa expectativa.

O puede ser un narrador protagonista, que participa de lleno de la trama. O ser, simplemente, un narrador testigo.

Son muchas las elecciones que se pueden hacer con el fin último de lograr una buena historia. Esas son las que precisamente faltan a granel en los libros que se publican, la mayoría de los cuales se pierden en la marea del montón.

¿Desde dónde voy a contar la historia? Esta es una pregunta fundamental antes de empezar a escribir.

TALLER ESCRIBIENDO HISTORIAS ESTE 28 DE ENERO

De dónde surgen las ideas para escribir literatura

 

(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 09 DICIEMBRE, 2016-JOSE EDUARDO MORA). A quienes les interesa escribir, por lo general, se preguntan de dónde sacan los escritores las ideas para estructurar sus historias.

Cada escritor tiene su método para llegar a ello, pero existen parámetros generales que vale la pena repasar. En primer lugar es necesario que el escritor sea un buen observador. Si no tiene esta cualidad, difícilmente podrá enriquecerse con lo que sucede a su alrededor.

Los Cinco sentidos del Periodista, libro de Ryszard Kapucinski, editado por la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) es un buen texto para comenzar.

A algunos escritores les basta una imagen para empezar a construir sus historias de ficción, a otros una palabra, una frase, o una historia a secas, a partir de la cual elaboran todo el canon de ficción necesario para desembocar en un buen texto.

En la mayoría de los casos, todos los temas, parten de la realidad: así por ejemplo, Gabriel García Márquez escribió El amor en los tiempos del cólera basado en lo que le contaron sus padres, pero el quiebre del amor imposible se lo dio una noticia que informaba de que dos estadounidenses, de 80 años, cada año se reunían de forma clandestina en Acapulco para verse, porque ambos eran casados. La historia se destapó porque la pareja fue asesinada por otros motivos. De ahí se valió el Nobel para escribir su inolvidable historia.

De un sueño, un olor, una percepción: la fuente de donde surgen los temas puede ser inagotable y pueden surgir a cualquier hora y en cualquier lugar.

Por eso es importante, como decía Paul Auster, que el escritor ande siempre con un lapicero y una libreta. Él, tras pedir un autógrafo una tarde-noche a un beisbolista y no tener cómo recibirlo por no llevar un bolígrafo, lo marcó de por vida y ahí nació el futuro escritor.

Y ya se sabe, desde los tiempos de Homero, que tres son los temas capitales: el amor, la vida y la muerte.

 

La comunicación en tiempos de Internet

Por José Eduardo Mora*

informacion@joseeduardomora.com

eljornal@gmail.com

(12 DE NOVIEMBRE 2016). Internet, entre otros muchos cambios, ha permitido que las empresas y organizaciones de todos los tamaños tengan acceso a sus potenciales públicos de forma directa.

Y ello representa un salto cualitativo de gran importancia, no obstante, lo que puede ser una gran oportunidad, por lo general, se desaprovecha porque la comunicación no se maneja de forma profesional y oportuna.

De esta manera, las páginas web de la organización, las redes sociales (Faceboo,, Twitter, Instagram, entre otras) quedan en manos de aficionados: el resultado: un desastre.

Y ese desastre se manifiesta en que los medios se desperdician por completo o aquellos se convierten en herramientas negativas.

De ahí la importancia de que la comunicación en Internet y la comunicación directa se maneje de forma profesional y responda a una estrategia sólida y clara, que hará que la organización dé un salto cualitativo en el engranaje de la red.

Es posible, solo es necesario profesionalismo, objetivos claros, foco y una gran capacidad para mantener la información siempre actualizada y al alcance de un clic.

Para esas labores son muy útiles los creadores de contenido, los community manager, los comunicadores, los editores, que, con su maejo de la comunicación impulsan a la empresa.

 

Dos historias de vida

José Eduardo Mora*

 

Recientemente aparecieron los libros de Andrés Iniesta, jugador del Barcelona, y de la selección española, y el de Johan Cruyff, fallecido hace seis, meses, en los que se narran sus vidas en el deporte.

En “La jugada de mi vida” el centrocampista del Barcelona cuenta no solos sus magníficos éxitos, sino aquellos días grises y oscuros por los que debió pasar antes de convertirse en campeón mundial en Sudáfrica 2010.

Con la ayuda de los periodistas Ramón Besa y Marcos López,  el libro recorre la vida del futbolista que llegó muy temprano a La Masía, que es donde los niños empiezan a experimentar la filosofía del equipo azulgrana.

Mientras tanto, hace tan solo tres días, Jordi Cruyff confesaba a José Ramón de La Morena, periodista español, que el libro “Johan Cruyff 14”, la autobiografía escrita por el célebre jugador con el auxilio del periodista Jaap de Groot, le había revelado una serie de facetas de su padre que él desconocía.

“Hay cosas de mi padre que yo no conocía y otras que no había entendido, como su obsesión para que los jugadores no dejaran las medias tiradas en el camerino. Y eso era, seguro, porque mi abuela hubo un tiempo en que limpiaba los camerinos en el Ajax”, confesó Jordi.

Los libros revelan la importancia de que figuras de la talla de Iniesta y Cruyff compartan sus experiencias y testimonios de vida.

En Costa Rica, aún no tenemos esa cultura del libro periodístico y testimonial ni en el deporte y prácticamente en ningún campo: para muestra un ejemplo: Claudia Poll ganó una medalla de oro olímpica en Atlanta 96 y lo que hay es información dispersa sobre tan magno logro.

Hay más de 100 deportistas en la Galería Costarricense del Deporte y a lo sumo lo que hay, en algunos casos, son escuetas y pobres semblanzas de ellos. Da para reflexionar, ¿verdad?

 

*El autor es Máster en Literatura y coautor de La Gran Hazaña y de Ganar con el corazón.

 

 

 

Escribir bien va más allá de un acto ornamental

 

(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 30 DE MAYO, 2016). Alex Grijelmo, autor de numerosos libros sobre el castellano, asegura en “Defensa Apasionada del Idioma Español” que a menudo la gente cuida su vestido, llega impecablemente a las entrevistas y trata de dar la mejor apariencia posible, hasta que esta se tuerce cuando escriben un texto o contesta un formulario.

Es el momento en el que un texto descuidado dice más que la indumentaria y es cuando los responsables de recursos humanos empiezan a sacar las conclusiones de qué nivel tiene ese candidato al puesto.

De ahí que es de suma relevancia escribir bien. La pregunta que surge de inmediato es:

¿cómo lo logro? La gran recomendación para ello, siempre omnipresente, es que se ha de empezar por la lectura. Quien no lee jamás escribirá bien, ni siquiera con corrección media.

En Facebook y otras plataformas sociales la gente, sin saberlo quizá, exhibe sus faltas ortográficas y gramaticales sin el menor pudor y evidencia la enorme necesidad de mejorar en este campo.

La buena noticia es que se puede mejorar, y mucho, si hay disposición para aprehender el maravilloso idioma de Cervantes.

don-quijote

Sobre José Eduardo Mora

[distance type=»3″][big_title]Curriculum Vitae[/big_title]
[subtitle]Datos Personales[/subtitle]

José Eduardo Mora

Nacionalidad: Costarricense

Teléfono: (506) 8307-8184

Email: informacion@joseeduardomora.com

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[subtitle]Experiencia Laboral[/subtitle]
[iconbox type=»12″ icon_title=»Director de Comunicación Estratégica.» icon_color=»#e53f51″ icon_name=»fa-user»]Empresa dedicada a dar consultorías en comunicación.
Enero 2003 – Actualidad [/iconbox][iconbox type=»12″ icon_title=»Semanario Universidad: Puesto: Redactor.» icon_color=»#e53f51″ icon_name=»fa-user»]Enero 2002 – Actualidad[/iconbox][iconbox type=»12″ icon_title=»Periódico La Nación. Puesto: Periodista.» icon_color=»#e53f51″ icon_name=»fa-user»]1994 – 2000[/iconbox][iconbox type=»12″ icon_title=»Agencia Internacional de Noticias EFE: Puesto: Corresponsal.» icon_color=»#e53f51″ icon_name=»fa-user»]Septiembre 2001- mayo 2002[/iconbox]
[iconbox type=»12″ icon_title=»Director del periódico El Jornal.» icon_color=»#e53f51″ icon_name=»fa-user»]Periódico de circulación regional.
Febrero 2003 – Actualidad[/iconbox][iconbox type=»12″ icon_title=»Coordinador de Comunicación de la Unión Médica Nacional.» icon_color=»#e53f51″ icon_name=»fa-user»]Enero 2011- Diciembre 2013[/iconbox][iconbox type=»12″ icon_title=» Agencia de noticias Inter Press Service. Puesto: Corresponsal para Centroamérica.» icon_color=»#e53f51″ icon_name=»fa-user»]Enero 2003 – 2005[/iconbox]
[subtitle]Experiencia Académica[/subtitle]
[iconbox type=»3″ icon_title=»Bachillerato en secundaria» icon_color=»#1e82ce» icon_name=»fa-mortar-board»]Colegio Técnico Profesional Agropecuario de Acosta.
1983 -1988 [/iconbox][iconbox type=»3″ icon_title=»Maestría en Literatura» icon_color=»#1e82ce» icon_name=»fa-mortar-board»]Sistema de Estudios de Posgrado. Universidad de Costa Rica (UCR).
1995 – 2002[/iconbox][iconbox type=»3″ icon_title=»Taller de Periodismo y Literatura. El reportaje literario» icon_color=»#1e82ce» icon_name=»fa-mortar-board»]Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI).
2007[/iconbox]
[iconbox type=»3″ icon_title=»Bachillerato en Ciencias de la Comunicación Colectiva» icon_color=»#1e82ce» icon_name=»fa-mortar-board»]Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva. Universidad de Costa Rica (UCR).
1989 – 1994[/iconbox][iconbox type=»3″ icon_title=»Inglés intermedio» icon_color=»#1e82ce» icon_name=»fa-mortar-board»]Instituto Británico de Costa Rica, UCR y UNED.
1997 – 1999[/iconbox][iconbox type=»3″ icon_title=»Taller de periodismo» icon_color=»#1e82ce» icon_name=»fa-mortar-board»]Knight Center, Universidad de Texas.
2013[/iconbox]

Amanecer infinito

Por José Eduardo Mora

 

Sucedió un amanecer hace 60 años exactos. Se fue sin decir una palabra. Todavía veo, como si fuera ayer, su silueta en el marco de la puerta. Se llevó pocas, por no decir ninguna, de sus pertenencias. Era un amanecer frío y las primeras luces, tímidas y escuetas, se colaban por las ventanas de la casa.

Se llamaba Eva Castellanos. Tenía 24 años. Yo solía presentarla a mis amigos y conocidos como mi mujer. El día en que se marchó, el jueves 2 de junio de 1955, cumplíamos 3 años, 11 meses y cinco días de vivir juntos.

Al día siguiente de su partida, yo debía unirme a mi unidad en el ejército y estaba seguro de que a la vuelta la encontraría en su jardín de calas y geranios. Nunca volvió. Nunca supe noticias suyas. A partir de entonces, comencé un extraño y prolongado exilio. Se me llegó a conocer, porque en el pueblo uno se enteraba de todo, como el escritor ermitaño. Solía publicar relatos en el magazine del pueblo y por eso me asociaban con que era escritor. Jamás lo pensé así, pero no protesté ni aclaré el asunto.

La partida de Eva fue un enigma. Tantas y tantas preguntas sin responder. Familiares y amigos insistían en que debía de haber alguna razón. Yo, hasta el día de hoy, no he encontrado ninguna.

Convertí nuestra casa en una espera prolongada. He hecho hasta lo imposible porque cada cosa que dejó, siga en su lugar. La cortina del cuarto que entonces era blanca y hoy tiene un amarillo intenso, permanece recogida a la mitad. La Virgen del Socorro que tenía en la mesita de noche y que estaba de medio lado sigue imperturbable. Los zapatos negros de tacón alto, ya con algún moho, están en el sitio exacto donde los dejó. Sus numerosos vestidos, porque a Eva le encantaba usar vestidos, los lavo cada año y los devuelvo, en el mismo orden en que estaban, a su sitio.

El cuaderno escolar con unos versos de adolescente, con sus faltas de ortografía y su letra casi ilegible, se conserva en la gaveta del escritorio que está en el tercer cuarto, aunque el paso del tiempo ha dañado el papel, y cada vez que los leo me parecen más cursis.

He procurado que el jardín se mantenga intacto, aunque tuve que usar, contra mi voluntad, un herbicida para combatir la maleza que amenazaba con tragarse las calas y los geranios, en el invierno pasado.

Los casetes que solía escuchar al atardecer con música romántica tienen las cintas llenas de humedad, pero he querido conservarlos con las brevísimas anotaciones al margen, en una letra huidiza y difícil de descifrar para otro que no sea yo.

La casa, que es de madera, la he pintado en estos últimos 60 años unas 12 veces, siempre guardando ese celeste claro, con el fin de que las modificaciones fueran las mínimas.

Las gentes, que no la conocieron, me han tachado de padecer una demencia sin remedio y no se explican que nunca más haya vivido otros amores, y no pueden comprender que espere a un fantasma. Nuestro amor es una leyenda en el pueblo y más allá.

Cuando salí por períodos prolongados de seis meses de mi casa, por razones de trabajo, le dejé instrucciones precisas– a riesgo de pagar hasta con su propia vida–, a Fátima Cervantes, quien hace el servicio doméstico, sobre la importancia de mantener cada cosa en su lugar.

Hoy, en el ocaso de mi vida, me sigo haciendo las mismas preguntas de cuando se fue y no encuentro las razones precisas de su extraño y sorpresivo adiós. Sucedió un amanecer, cuando nuestros sueños estaban intactos.

Aún hoy, con pasmosa frescura, recuerdo esos atardeceres de fuego, en los que cerrábamos los ojos al mismo tiempo y visitábamos países exóticos, y nos dejábamos arrastrar como dos adolescentes por los poderes de la imaginación.

Ayer estuve tentado a mover unos centímetros la Virgen del Socorro de su mesita de noche, pero en el momento en que estiré mi brazo derecho, sentí como una descarga eléctrica y retrocedí en el acto. No quiero que encuentre ni una sola de sus cosas en un sitio diferente. Mi agenda personalizada, en la que se puede leer mi nombre–Severino Cáceres– al pie de cada día, permanece abierta en la página en blanco de ese jueves aciago de junio.

Ahora que lo pienso, lo que más recuerdo son sus pasos, firmes y rítmicos, alejándose en la oscuridad, mientras la brisa arrastraba hacia la nada las primeras hojas de los higuerones mustios, en ese infinito e inesperado amanecer.

 

24 de mayo,  2016, Casa de la Araucaria

 

amanecer